El hombre que no podía irse



Se despertó muy temprano y lo primero que hizo fue ir al baño. Cogió un poco de agua entre sus manos y mojó su rostro. Se miró en el espejo fijamente y solo atinó a bajar la cabeza y volver hacia la cama. Ese día no era como cualquier otro. Se levantó unas horas más tarde y se dirigió hacia el armario, cogió su mejor traje y se vistió. Volvió hacia el baño a mirarse en el espejo como si fuera la última vez que lo hacía y permaneció frente a él durante un largo rato. Peinó sus rulos, arregló su corbata y partió sin saber lo que al final del día le esperaba.


Aquel no era el hombre de hacía algún tiempo. Tenía la apariencia de estar cansado. Llevaba consigo una mirada que delataba un estado de angustia y de impotencia. Llegó hasta su lugar de destino, a su alrededor se encontraban muchas personas, pero él permanecía callado y sin reacción. Cuando entró a la cancha, el bullicio lo abrigó con un manto de esperanza. Se dirigió hacia su lugar, tomo asiento y permaneció en silencio, pensativo. Todo sucedió muy rápido y de esta manera la esperanza se esfumó, ya nada importaba. El hombre parecía haberlo asimilado todo. Así permaneció durante mucho rato, sentado y sin moverse. Su actitud se veía reflejada en todo lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Su mirada parecía perdida, muchas cosas se le venían a la cabeza, como aquellos recuerdos cuando todo comenzaba, cuando aún creía en sí mismo. La imagen del espejo se le vino a la mente, él estaba ahí frente a sí mismo, solo, sin nadie que lo acompañara en uno de los momentos más difíciles de su vida.


Lo más difícil estaba por venir, pero aquel hombre parecía seguir en ese trance en el que estuvo desde que despertó. Al parecer todo había llegado a su fin y solamente quedarían recuerdos como aquel del espejo. Alguien lo llevó hacia un lugar donde se encontraba mucha gente. Enseguida, el hombre tomó el lugar que le pertenecía y se sentó, miró sus manos, cogió un vaso, bebió un poco de agua y respiró muy fuerte. Ahí estaba el hombre, nuevamente solo, pero esta vez frente a muchas personas. Podía escuchar muchos murmullos que venían de aquellas personas hasta que una de ellas le preguntó: ‘Chemo’ ¿Crees que es tiempo de irte? En ese momento, el hombre alzó la mirada y se quedó en silencio.